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Ubrique da el salto al diseño

Empresarios del pueblo, que genera el 60% de la marroquinería española para grandes firmas, crean sus propias marcas

Sabina Vargas presentía que algo interesante se estaba barruntando en Ubrique. Después de participar en proyectos para revitalizar la artesanía en Ruanda, Marruecos e Italia, la diseñadora sevillana recaló en la meca española de la marroquinería hace un año. El pueblo gaditano, con algo menos de 17.000 habitantes, concentra el 60% de la producción nacional de marroquinería y las grandes firmas se rifan las fábricas del pueblo para hacer sus encargos. Sin embargo, Sabina no empezó a trabajar en Ubrique atraída por el consolidado interés de firmas de lujo como Loewe, Dior, Givenchy o Chanel que atesta sus talleres de bolsos de alta gama. La diseñadora industrial buscaba la reacción a esta pujanza: el “despertar” de las nuevas generaciones de ubriqueños que quieren demostrar que no solo son válidos como eficientes artesanos de la piel, sino como empresarios capaces de generar marcas y diseños propios.

Pielfort, Laura Domort, Barada, Eva vs María o la propia Sabina Vargas son algunas de estas marcas que están despuntando en los últimos tiempos con la clara intención “de diversificar y no depender solo de las grandes empresas”. Así lo explica Javier Gallego, gerente de la Fundación Movex, el centro tecnológico de la piel que este año cumple su décimo aniversario. “Creo que era cuestión de tiempo que esto pasara. Ya hay en el pueblo marcas locales que están desarrollando sus colecciones de temporada”, reconoce Gallego.

Hasta hace poco la conceptualización estaba desvinculada de Ubrique, encargada solo de fabricar los diseños que traen las grandes firmas bajo el brazo. Una realidad que formaba parte de una tendencia general que empieza a cambiar, como explica Gallego: “Los centros de formación en diseño también estaban desvinculados del pueblo. Nosotros estamos intentando romper eso”. De ahí que Movex, con talleres, cursos e incluso un máster, atraiga cada vez a más jóvenes diseñadores interesados en entrar en contacto con la zona para desarrollar marcas con una identidad más cercana a la artesanía local.

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UN NICHO DE NEGOCIO

La Fundación Movex explica que la ‘movida’ de Ubrique ofrece productos que refrescan el sector y cubren el vacío dejado tras la crisis. “Cayeron muchas marcas destinadas a la clase media-alta. Estos diseñadores emergentes, con sus pequeñas colecciones, vienen a cubrir ese hueco de personas que no quieren diseños ‘low cost’ pero tampoco pueden permitirse comprar a grandes firmas”, reconoce el gerente de la entidad, Javier Gallego. Esa efervescencia que empieza a verse en Ubrique, lejos de preocuparles, genera curiosidad en las grandes empresas multinacionales. “Están interesadas en la frescura que traen, en incorporar, mejorar diseños o llegar a acuerdos”, apostilla Gallego.

Sabina Vargas se muestra confiada en que esta nueva corriente será buena para Ubrique, aunque cree que queda mucho por hacer. Espera que implique una presencia real del artesano en los diseños y “se proteja su actividad”. De momento, ella lo está consiguiendo con su línea de joyería que ennoblece la artesanía marroquí (el nudo cabeza de turco), realizada con cuero y técnicas de Ubrique. Y cree que esto es solo el origen del cambio: “Hay un despertar. Todo apunta a la buena dirección, volvemos a la artesanía”.

Pero Ubrique no siempre vivió de espaldas al diseño, como recuerda Laura Domínguez, empresaria y diseñadora con la marca Laura Domort. “Antes Ubrique fabricaba su propia marca, los artesanos locales aportaban sus propias creaciones e iban a vender su producto”, rememora la ubriqueña, que heredó la empresa de su padre. Pero llegaron las grandes firmas y todo cambió. “La fabricación iba bien, generaba tanto negocio que ya no daba lugar al diseño”, añade el gerente de Movex. Y apunta un motivo más: “La formación era muy baja, la artesanía de la piel era aprendida de generación en generación sin salir a formarse”.

Dependientes de un tercero, la cura de humildad llegó en la primera década de 2000. China irrumpió en el mercado y las grandes marcas se marcharon. “Muchas fábricas se vieron obligadas a cerrar”, rememora Domínguez. A partir de 2010, las multinacionales empezaron a regresar, preocupadas por la baja calidad de los productos y los costes de distribución. Ubrique volvió a florecer y alcanzar las altas cotas de fabricación de las que disfruta hoy en día.

Una mejor preparación

En todo ese trasiego, las nuevas generaciones se incorporaron al sector, mucho más preparadas que la de sus padres y decididas a dar un paso al frente en el diseño y las marcas. José David Romero y su hermano son un claro ejemplo de ello. Hace años se hicieron con las riendas de Pielfort, dispuestos a darle el impulso como marca en la fabricación y diseño de álbumes de fotografías, bolsos y complementos. Decidieron no aceptar más encargos de grandes firmas y centrarse en la suya. “Sin duda es más difícil crear una marca que limitarse a aceptar encargos”, valora Romero. Sin embargo, ahora no puede quejarse. Han ampliado su radio de ventas con mercados como Japón o Estados Unidos y han firmado un reciente acuerdo con una gran cadena española para que sus bolsos estén presentes en su sección de complementos. Formación y una estrategia clara son las claves que Romero cree que le han traído el éxito.

Tras estudiar Diseño en Milán, Laura Domínguez apostó por su marca cuando la crisis de encargos azotaba Ubrique. Ahora cree que ese tiempo de barbecho “hizo que muchas empresas de Ubrique ganaran músculo”. La suya fue una de ellas. Apostó por dividir la empresa familiar en dos ramas: una continúa con la producción de encargos para grandes firmas; la otra se centra en su propia marca y en investigar y asesorar a diseñadores nóveles. Buena parte de los 192 trabajadores que dirige se centran en fabricar para las marcas de lujo. Aunque Domínguez espera que “en el futuro se vaya produciendo un trasvase” hacia la colección de bolsos que diseña cada temporada.

 

Fuente: www.economia.elpais.com

 

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